Me siento idiota, sí, solo me gustaría volver a
atrás, no sé que quiero recuperar, puede que nada en específico,
puede que quiera que todo vuelva a ser como antes, siento que esto va
deprisa, a la velocidad de una bala que entra dentro de mi cuerpo y
me desgarra la vida, desconozco de donde sacaba tanta fuerza, yo
antes no era así, no era tan dependiente del exterior, supongo que
solo es una etapa, y que por eso estoy más susceptible de lo normal.
Ahora es tan fácil hacerme sentir mal, hacer que
quiera meterme bajo tierra... Tanto, que siento vergüenza de mi
misma, de que las circunstancias hayan hecho de una persona tan
fuerte como yo, un simple despojo, quizás sea demasiado dura
conmigo misma, pero aunque sepa que todo esto será efímero, que la
sensación desaparecerá y que las lunas devolverán a mi persona su
particular coraje... Lo cortés no quita lo valiente.
¿Amor? Já, me hace gracia, yo no tengo de eso, se
me ha escapado, se me ha escurrido entre suspiro y suspiro, sí, por
supuesto que lo tuve, prueba de ello son las cicatrices que guarda mi
alma, pero me lo arrancaron, me lo quitaron como si nada, como si no
me importara, como el gato que te araña y se queda con tu sangre debajo
de sus uñas, como la enamorada que en una noche de pasión arranca
la camisa de su amado; Se fue, y lo hizo sin contemplación alguna, y
cuando volvió, fue para hacerme daño; Pero bueno, eso es
secundario, al fin y al cabo, lo peor es que ya no creo en ese
sentimiento, ya no creo que mi corazón pueda volver a latir de
aquella forma.
Afecto personal, puro y desinteresado,
compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. AMISTAD.
Creo que sólo dos personas en mi vida cumplen esas
condiciones, la chica de ojos claros, pero oscuro y corazón inmenso,
ella sí, ella me lo ha demostrado, cada día desde aquel verano de
2011, sin condiciones, sin prejuicios, sin nada que nos separase, ni
distancia ni sociedad.
El otro es él, el único que me demostró que las
personas también deberían estar en los museos, podría mencionar
muchos momentos, pero son tan extraños que nadie los entendería,
excepto él, que coge la bola del mundo y mira cuanto océano hay
entre los dos, y yo, como no, esa extraña niña, no soy alta, ni
tengo un cuerpo perfecto y mi cara deja mucho que desear, mis ojos
son del color gato corriendo, es decir, imperceptibles, mi sonrisa no
es bonita ni mucho menos, pero soy yo, y después de todo, debo
conformarme, porque mejor es lo que no puede verse, lo de dentro, lo
cautivo del alma.
Y los demás... Bueno, ni tienen condiciones, solo
hechos, han acabado desistiendo, sin motivo, después de años,
recuerdos, lágrimas y sonrisas, han desaparecido, siguen ahí, pero
de una forma, inúltil, pasiva, casi imperceptible, es como si no estuvieran.
Familia, bueno, creo que es de lo poco que me queda,
aunque a veces siento que son como un edificio que se tambalea a la
mínima, yo soy parte de ese edificio, y debo ayudar a mantenerlo en
pie, aún a costa de mi propia sangre.
Y si hacemos el recuento, sólo quedo yo, a solas
conmigo misma, con mis pensamientos, y un sueño que se desprende
pedazo a pedazo, con un único apoyo: Yo misma, aquella que ha
aguantado tanto, y que seguirá aguantando, pero que solo necesita un
descanso, un margen de error, un tiempo para respirar, sin prisas, y
después, cuando haya ordenado el rompecabezas, volveré,
desprendiendo fuego con la mirada, y con un sueño más que
enriquecido, aunque sea solo con mis alientos y mis esfuerzos, sin los apoyos de los
demás.
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