17 de marzo de 2012

Sinceridad al corazón.

A decir verdad, me duele, me duele que hayas intentado volver después de todo este tiempo sin saber nada de ti, después de haberme pasado noches enteras llorando por la indiferencia que me mostrabas, recuerdo cuando la vi besándolo, la maté con la mirada, y lo hubiera hecho también con las manos si no fuera porque lo primero que hice fue pensar en ti, entonces rompí a llorar, no me podía creer que estuviera haciéndote daño y que no le importara, porque ella sabía perfectamente que eso te dolería, pero sin embargo actuó como una cría sin sentimientos, y fue directa a crujirte el corazón, en cambio sabes que yo jamás lo hubiera hecho, siempre pensaste que mentía cuando te decía que nadie iba a quererte como yo, pero ahora sin embargo vuelves, diciendo que me quieres, y que serías la persona más feliz del mundo si volviera a mirarte con la misma pasión, pero no puedo, porque vivir por ti más de ocho meses en los que lo único que anhelaba eran tus besos me enseñó a conocerte muy bien, a saber cuando mientes, y sé que mientes, que no me quieres, y que solo has vuelto porque te conviene, porque te has dado cuenta de que lo mío no era efímero, que no eran cosas de una locura adolescente, y que tenías mi corazón entre las manos y no te habías dado cuenta, pero después de todo aquello, después de haber destruido completamente mi órgano vital, ha conseguido escurrirse entre los huecos de tus dedos; Demasiado tarde te has dado cuenta de que yo te amaba de verdad, no tenerte me ha enseñado a sufrir sin derramar una sola lágrima, me ha curtido el corazón, me ha obligado a despedirme del amor por un tiempo aún sin definir, a echar el candado a esa puerta, hasta que llegue la persona con la suficiente fuerza como para aporrearla sin cesar, hasta que la abra de nuevo.
Pensaba que podría volver a querer con el corazón hasta reconstruirlo de nuevo, y así era, me faltaba una pieza, y esa pieza tiene tu nombre y tu ojos.
Siempre me decían que el tiempo era sabio, y que lo curaba todo, y parece que va actuando, de la manera en que la pieza del puzzle que ocupabas tú, ya no está, tengo el alma más reducida, compungida o rota, que más da, la cuestión es que el hueco de la pieza faltante es más pequeño, jamás volveré a ser como era antes, inocente e ingenua, e incluso diría que fui tonta, por quererte sin pensar en los riesgos de podía causarme hacerlo, entre los cuales está pasar meses con el ánimo por los suelos, pensar por más de una milésima de segundo que no merece la pena esforzarse, porque por más que lo deseas, los sueños no se hacen realidad, o lo que es peor, perder la ilusión que sembré cuando era niña, aquella relacionada con los vestidos bonitos, un príncipe guapo y un final feliz. Por suerte todo eso ya ha pasado y me ha servido para madurar, para darme cuenta de que no es oro todo lo que reluce, y que todos los te quiero no son de verdad, que el mundo está cubierto de falsedad.
Por eso te he dejado atrás, más allá del dolor de hacerlo, sino por el dolor que me causa que quieras volver a hacerme daño de nuevo, no valoras nada, no valoras todo lo que te he amado, has sido más de lo que parece, y te he dado más de lo que hasta tú mismo sabes, pero eso ya no importa, ni a ti, y posiblemente a mi tampoco.
Hace unos meses que ella volvió al lugar donde os conocisteis, cerró los ojos e imaginó que podía volver al pasado, se sentó en aquel tobogán donde la besaste por primera vez, y se susurró a ella mis,a hacia sus adentros, que ya no podía ser, que ya no podía pasear por aquel parque con la misma ilusión, que tampoco podía estar en el instituto, ver a aquella chica que te tuvo y no te valoró y quererle decir de todo menos guapa, quererle recriminar todo el daño que te hizo, entonces ella misma se dio cuenta de que todo aquello era el fin, que ya no miraría a la luna llena un día en específico de cada mes y lloraría recordando aquel día que vio tus ojos azules en primera persona.
En ese preciso instante comprendió que no podía volver, y aunque tú lo hicieras, debía cerrarte la puerta, porque debía regalarle sinceridad a su corazón, porque sabía que no era de verdad, que tú no podrías llegar a amarla como ella te amó a ti.

1 comentario:

Anónimo dijo...

aqui yo no te puedo comentar ,no soy quien para hacerlo , lo que tuvimos que hablar ya lo hablemos de esto ya lo hablemos