23 de marzo de 2012

Mi gran tesoro.

Llevas meses esperándolo, esperando el momento para poder volver a verla, abrazarla, arroparla por las noches y decirle te quiero. La echo de menos, no comprendo como su olor continúa en mi cama, como cierro los ojos y puedo sentir como el olor a colonia de bebé me invade, quizás sea cosa de los espejismos, de los recuerdos de los cuales vive mi mente. Hablo de ella, de mi niña, de mi vida, de la sonrisa sincera que me regala, de los abrazos más cálidos y puros que he recibido en meses, o incluso más tiempo. Recuerdo cuando era una niña,  ponía la oreja en la barriga de su madre, esperaba impacientemente que se moviera, sentir los movimientos de una pequeña vida, vida perteneciente a esa pequeña alborotadora que me ha traído de cabeza desde el momento en que la vi, desde el momento en que atrapó mi dedo con su minúscula mano, y rió con dulzura, en ese mismo momento me ocupó el alma, quizás de forma no demasiado legal. Miro las fotos, dicen que nosotros mismos no notamos nuestros cambios, a excepción de cuando tienen que ver con grandes periodos de tiempo, y miro las fotos, parece ayer cuando intentabas comerte una galleta María y ni tan siquiera tenías dientes, pero la saliva deshacía el dulce jugando a tu favor, y te miro ahora y parece mentira que haya pasado tanto tiempo, no me lo puedo creer, tengo que haber extraviado una parte del complicado y entradamado, pero sobretodo efímero, aquel juego al que todo ser humano juega, quiera o no, se llama tiempo. Aún conservo uno de esos vestiditos que te ponías cuando tu diminuto cuerpo cabía en él, uno rosa pálido con unas bonitas flores bordadas en color blanco, me gusta encontrarlo y observarlo, transportarme por unos segundos a aquellos tiempos, tiempos de los que ya no queda nada, solo espero que esos sean de los recuerdos que jamás olvide, que cada uno de los días que tenga la oportunidad de mirarte con detenimiento pueda comprobar que al menos el tiempo no se ha llevado la parte bonita de aquellos días, aquellos días que fueron efímeros, demasiado. Jamás olvidaré aquel día, habías tropezado, tenido un traspiés, rompiste a llorar, desde el interior de la casa escuché tu llanto, acudí rápidamente, y estabas sentada sobre el suelo, con las lágrimas a rebosar, esperando mi llegada, en aquel momento, cuando yo iba a dar el primer paso para poder encontrarme contigo, dijiste: ¡Tía! Tu primera palabra dirigida a mi, ahora la que tiene las lágrimas en los ojos soy yo, corro a abrazarte e inexplicablemente dejas de llorar. ¡Corre corre, el sol ya está, despierta! Menuda faena, te está despertando sin ningún reparo, y está deseando salir a la calle cuando tú no te puedes ni mover, ¿Como es posible que no se canse? Bueno, tiene cinco años, acabas diciendo resignada. Miras el reloj, son las siete de la mañana, la matarías si no fuera porque has anhelado muchísimo su presencia, y la forma tan curiosa que tiene de despertarte. La puerta está abierta, un coche sale de la casa, tiene matrícula extranjera, allá por el norte de España, en su interior, una pequeña empapada en lágrimas, la misma que minutos antes ha hecho amagos para que la cogieras en brazos, y se ha pasado demasiado tiempo abrazada a ti y diciendo que te echará de menos, sí, demasiado, porque te duele igual o más que a ella, entonces la puerta se cierra, y suena el claxon del coche indicando el fin de la partida, indicando que no la volverás a ver hasta dentro de meses, eternos meses, la distancia vuelve a la carga. Has intentado no derramar una lágrima, pero para ello necesitas relajarte, acudes a tu habitación, te tumbas en la cama, al respirar profundamente descubres que era la misma cama en la que dormíais, y entonces percibes de nuevo ese inconfundible olor, e inevitablemente, derramas un par de lágrimas, o quizás muchas más.

2 comentarios:

MeR dijo...

perfecto! sigue así! =)

Anónimo dijo...

Recuerda que la vas a volver ,recuerda que vas a tener el placer de verla crecer, recuerda que en toda la vida la vas a tener al lado aunque esteis a 1 000 000 de km por que como tu bien dices la distancia no sé crea entre el espacio , si no entre las personas , cada vez que pienses en ella , ella estara ahi atu lado sonriendote

atentamente tu ya lo sabes