13 de diciembre de 2011

¿Lo recuerdas?

Párate a pensar que es todo eso que nos hace sentir vivos, lo que nos marca las metas, lo que nos hace descubrir que podemos más, y más, piensa por un instante que son para ti los sueños.
Estoy segura de que recuerdas los años anteriores, tu tierna infancia, en la que soñabas con ser un astronauta, la persona más rica del mundo, o en algunos casos, la que ponga punto y final a todo lo malo del mundo; O los principios de la complicada adolescencia, en la que simplemente, querías formar parte del mundo, sin saber que sin comerlo ni beberlo, te hicieron partícipe de él.
Y ahora te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, y de que el precio que nos hace pagar nos deja practicamente con una mano delante y otra detrás, quien iba a decir que todo fuese a cambiar de una manera radical y brusca, que en menos que pudieras darte cuenta, todo con lo que soñabas es justo ahora lo que da igual, y de la misma manera, todas esas cosas, todos esos pequeños detalles, que no imaginaste tener que soñar, porque pensaste que jamás los perderías, es ahora, hoy por hoy lo que hace mirar hacia delante, y comparar con lo de detrás, mezclar el presente con el pasado y echar de menos las cosas que jamás pensaste necesitar tanto.
Ellos dos se cogen de las manos, se dan un beso, y tú rápidamente piensas que te da un poco de asco, y que es muy embarazoso, y les ruegas que paren, ellos lo hacen, pero se ríen de tus ocurrencias, sigues sin entender porqué los mayores hacen cosas tan "asquerosas".
No puedes creer que sean así, no es justo que les dejen cruzar la calle, ir al kiosko y hartarse a comer esas moras dulces que tanto te gustaban, no entendías que tenían ellos de especial, que tenían ellos que tu no tuvieras. Lo peor era preguntar porqué y que te respondieran con: "Tus hermanos..." Seguido de cosas que no entendías muy bien, y acabando la conversación con el adjetivo "pequeña". Seguías sin encontrar una razón que valiera la pena, pero lo dejabas estar, a los dos minutos ya otra cosa rondaba por tu mente.
Entonces, es cuando le preguntas a tu padre, que acaba de cerrar aquel cuento de apenas veinte páginas, y lo está colocando debajo de tu almohada, porque en cada cuento el príncipe es distinto, pero la princesa no, él es incapaz de responder a esa cuestión que solo podría rondar por una mente pequeña, pero bastante perversa, entonces cuando baja la guardia, le preguntas donde está tu príncipe azul, él se ríe, te da un beso en la frente, te desea buenas noches, y finalmente acaba diciendo que algún día lo tendrás delante, por último apaga la luz de tu rosa habitación. Es irrelevante, da igual, no te importa, estás bien como estás, no necesitas pensar en nada más.
Quien iba a decir que diez años después cerrarías tu puerta con pestillo, y le dijeras a tu padre que estabas bien, aunque no fuera así, quien diría, quien ha visto y quien ve que después de tanto tiempo si necesitarías algo más. Que a finales de semana, los cereales que compraban tus padres todos los domingos por la tarde en aquel supermercado tan grande, al que te gustaba ir porque tenía un pasillo repleto de juguetes de todos colores. Es imposible pensar que después de todo, esos cereales sigan intactos, porque ya no tengas que pelearte con dos "chicos malos" que se los comían y te dejaban sin nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te exo de menos :(