14 de junio de 2012

En el momento más inoportuno o en el justo... Tú.


Cuando la burbuja había estallado por completo, cuando ya no podía pensar en nada que estuviera relacionado con el corazón, que de tantas caídas ya aprendí a levantarme sin necesidad de llorar, cuando me quedé sin lágrimas... Cuando fueron tantas personas las que me fallaron, fueron exactamente todas las que quise y alguna más, cuando el paso del tiempo había devastado mi confianza con el mundo, apareciste tú, quizás en el momento más inoportuno de todos, o quizás en el justo para evitar que dejara de creer en ciertas sensaciones.
Creo que a medida que pasan los años la sociedad valora menos la esencia de la gente, es triste, pero todo se basa en tanto tienes, tanto vales, y mientras tanto cada sentimiento se deja de lado.
Pero te acostumbras, aunque algo de ti sepa que no es bueno, tu mente, tu alma, tu cuerpo y tu persona se adapta a ser un poco más egoísta de lo normal, a pensar en uno mismo, a la soledad y el aislamiento, a caminar sin que importe quien vaya al lado, solo caminar, por uno mismo, por una meta, por un sueño; Pero aunque hagas todas esas cosas llega un momento en el cual no te sientes persona, solo sabes que ese desagradable momento pasará, pero ya no te importa cuanto tiempo tarde en hacerlo.
Y entonces, aparece alguien, apareces tú, con tu mirada verde tan llena de vitalidad y brillo, con ese corazón repleto de locura, haciéndome cambiar todo, un giro de trescientos sesenta grados, bueno, más que aparecer... Encontrar, pasar de un no a un por supuesto con una sola mirada en el momento preciso, entrando en el alma y plantando bandera como si fuese lo más simple del mundo, con la ilusión de la creación de un mundo paralelo donde solo estemos los dos.
Sí, vale, admito que había perdido la ilusión, que todo había cambiado muy rápida y fríamente, sabes que juré no volver a pasarlo mal, no volver a sentir nada, ser completamente inmune a los sentimientos, pero me equivoqué, una vez más, nadie, absolutamente nadie puede escapar de lo que siente, no sin mentirse.
Ahora que todo vuelve a ser como jamás debió cambiar, que puedo pensar en volver a empezar, y que no me da miedo, que después de mucho tiempo he asimilado que tú no harás daño de forma consciente, y que puedes hacer que tiemble con solo abrazarme, o que yo que llore con un simple te quiero, que por primera vez en mi vida no quiera esconder nada, que deje que todo salga como tenga que salir, y que si tengo que quererte te voy a querer igual diga lo que diga el mundo, quizás ahora sea así porque me cansé de tener que esconder lo que siento como si fuera algo malo, porque no lo es, porque es precioso y no porque no puedo dejar que lo dudes ni un solo instante, aunque tenga que pasarme cada minuto recordándotelo.
Puede que no sea la mejor alternativa de todas para él, que le haya roto los esquemas, que no sea la chica que quería, o que se merezca, que no sea más que una loca que se ríe en todo momento, o la detallista que se da cuenta de los latidos de su corazón cuando le abraza, la que vive escribiendo te quiero en las pizarras para lo vea... Pero es lo que hay, no puedo remediar lo que siento, ya no, es tarde, ya solo puedo observar como crece y crece cada vez que le miro.
No sé si es un once o un trece, solo sé que es lo único que me importa en estos instantes.

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