Cuando la burbuja había estallado por
completo, cuando ya no podía pensar en nada que estuviera
relacionado con el corazón, que de tantas caídas ya aprendí a
levantarme sin necesidad de llorar, cuando me quedé sin lágrimas...
Cuando fueron tantas personas las que me fallaron, fueron exactamente
todas las que quise y alguna más, cuando el paso del tiempo había
devastado mi confianza con el mundo, apareciste tú, quizás en el
momento más inoportuno de todos, o quizás en el justo para evitar
que dejara de creer en ciertas sensaciones.
Creo que a medida que pasan los años
la sociedad valora menos la esencia de la gente, es triste, pero todo
se basa en tanto tienes, tanto vales, y mientras tanto cada
sentimiento se deja de lado.
Pero te acostumbras, aunque algo de ti
sepa que no es bueno, tu mente, tu alma, tu cuerpo y tu persona se
adapta a ser un poco más egoísta de lo normal, a pensar en uno
mismo, a la soledad y el aislamiento, a caminar sin que importe quien
vaya al lado, solo caminar, por uno mismo, por una meta, por un
sueño; Pero aunque hagas todas esas cosas llega un momento en el
cual no te sientes persona, solo sabes que ese desagradable momento
pasará, pero ya no te importa cuanto tiempo tarde en hacerlo.
Y entonces, aparece alguien, apareces
tú, con tu mirada verde tan llena de vitalidad y brillo, con ese
corazón repleto de locura, haciéndome cambiar todo, un giro de trescientos sesenta grados, bueno, más que aparecer... Encontrar, pasar de un no a un por supuesto con una sola mirada en el
momento preciso, entrando en el alma y plantando bandera como si
fuese lo más simple del mundo, con la ilusión de la creación de un
mundo paralelo donde solo estemos los dos.
Sí, vale, admito que había perdido la
ilusión, que todo había cambiado muy rápida y fríamente, sabes
que juré no volver a pasarlo mal, no volver a sentir nada, ser
completamente inmune a los sentimientos, pero me equivoqué, una vez
más, nadie, absolutamente nadie puede escapar de lo que siente, no
sin mentirse.
Ahora que todo vuelve a ser como jamás
debió cambiar, que puedo pensar en volver a empezar, y que no me da
miedo, que después de mucho tiempo he asimilado que tú no harás
daño de forma consciente, y que puedes hacer que tiemble con solo
abrazarme, o que yo que llore con un simple te quiero, que por
primera vez en mi vida no quiera esconder nada, que deje que todo
salga como tenga que salir, y que si tengo que quererte te voy a
querer igual diga lo que diga el mundo, quizás ahora sea así porque
me cansé de tener que esconder lo que siento como si fuera algo
malo, porque no lo es, porque es precioso y no porque no puedo dejar
que lo dudes ni un solo instante, aunque tenga que pasarme cada
minuto recordándotelo.
Puede que no sea la mejor alternativa
de todas para él, que le haya roto los esquemas, que no sea la chica
que quería, o que se merezca, que no sea más que una loca que se
ríe en todo momento, o la detallista que se da cuenta de los latidos
de su corazón cuando le abraza, la que vive escribiendo te quiero en
las pizarras para lo vea... Pero es lo que hay, no puedo remediar lo
que siento, ya no, es tarde, ya solo puedo observar como crece y
crece cada vez que le miro.
No sé si es un once o un trece, solo sé que es lo único que me importa en estos instantes.
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