24 de agosto de 2014

Los lunares de sus párpados.

Tesoro, quisiera decirte algo:
Ha pasado ya mucho tiempo, nos hemos visto crecer en estos años, evolucionando como personas y dándonos cuenta de que nuestras mentes cambiaban al igual que han cambiado nuestras vidas. ¿Pero sabes qué es lo más bonito de todo esto?
Lo mejor de todo esto es que en realidad seguimos siendo los mismos niños que se conocieron en un laboratorio de química.
Nos seguimos amando como se amaban aquellos adolescentes que temblaban al pasar por los pasillos y rozarse sus manos.
Gracias por crecer a mi lado, por darme la mano en momentos muy difíciles, porque aunque en este tiempo, de cierta manera hayamos cambiado las miradas por las pantallas, siempre te he sentido cerca. El tacto de tus manos es inconfundible.
"Porque los huecos entre los dedos se hicieron para que alguien los llenara". Y tú has llenado mi vida.
Es increíble comprobar cómo después de tanto tiempo aún puedo mirarte y saber lo que piensas, y aún miro tu sonrisa y para mí sigue siendo el paisaje más maravilloso que existe.
Por aparecer en mi vida un día cualquiera, con tus lunares en los párpados y tus tímidas sonrisas. Porque eres el antes y después de mi vida, porque te amo, porque te amo con toda mi alma y me encanta hacerlo.
Por todos los años que nos quedan, por todos los "te amo" que saldrán de nuestras bocas y a su vez de nuestros corazones.
Porque cuando digo que te quiero a mi lado para siempre, lo digo de verdad.
Si pudiera pedir un deseo sólo pediría que todos nuestros planes se cumplan, uno a uno, año tras año y siempre juntos.
IVÁN CIVERA MARTÍNEZ,

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